jueves, 1 de julio de 2010

A propósito de nada

La Tierra entera aguardaba a que el diminuto agujero negro la condujese a su fin. Lo había descubierto, en 2125, el profesor Jerome Hieronymus por el telescopio lunar y estaba claro que iba a acercarse lo suficiente como para provocar una completa destrucción a través de grandes marejadas.

Todo el mundo hizo testamento y lloró, despidiéndose con amargura de sus parientes y amigos:

- Adiós, adiós, adiós...

Los esposos dijeron adiós a sus esposas, los hermanos dijeron adiós a sus hermanas, los padres dijeron adiós a sus hijos, las solteronas dijeron adiós a sus animalitos domésticos, y los enamorados se susurraron despedidas al oído.

Pero a medida que el agujero negro se aproximaba, Hieronymus observó que no existía efecto gravitacional. Lo estudió con más atención y anunció, riendo, que en realidad no se trataba de ningún agujero negro.

- No es nada -explicó-. Sólo es un asteroide ordinario que alguien ha pintado de negro.

La enfurecida multitud le mató, aunque no por esto. Le mataron después de que anunciase que escribiría una comedia conmovedora referente a todo el episodio.

- Se titulará -añadió-: Muchos adioses para nada.

Toda la humanidad aplaudió su muerte.
(Isaac Asimov)