viernes, 3 de julio de 2009

¿Hay algo más alemán que ir a 150 en un Mercedes?


Grandísima llegada. Increíble, agotadora y mítica.


Habiendo dormido 3 horas para luchar contra la tiranía de la gravedad que, aliada vilmente con los señores de los avioncitos, no quería dejarme ser feliz, empecé mi odisea hacia el Este, y acabé dormido con las piernas sobre mis maletas en el banco de un aeropuerto. Horas de espera, horas de estudio germano, horas de llamadas ligeras, horas de botellas de agua de precios prohibitivos y horas de bancos de aeropuerto del Este.

Embarcado en mi segundo vuelo del día con la fija idea de dormir plácidamente, encontreme con la feliz carita de una encantadora alborotadora de 11 meses llamada Lieke. Su madre, cuya conversación era un tanto más inteligible, terminó contándome la vida y milagros de la zona hacia la que me dirigía. Al saber que mi trayecto incluía un aterrizaje, un tranvía, un tren, un transbordo y otro tren, decidió unilateralmente reducirlo a un coche y un tren. Así fue como acabé recorriendo a lomos de un Mercedes las míticas carreteras alemanas, de frondosos decorados verdes y modernos gigantes quijotescos. Impagable. Gracias Kerstin, una y mil veces.

Hoy ha sido un nuevo día, de aprendizaje y memorización. Un día en que la cara se me ha iluminado al dar un paso en un salón y mirar con los ojos como platos a un piano de cola, que es la prueba inequívoca de que, o bien Dios existe, o Matrix me mima demasiado.

Y como viajar es comer, ¿qué ha sido de la gastronomía? Llegar más temprano de la cuenta me obligó a superar un gran desafío: pedir algo no muy chungo en un chino. Unos tallarines fritos con ternera tienen mucho mérito, si consigues pedirlos en alemán. Hoy ha resultado menos exótico. El pan alemán es una gozada para desayunar. Y para el almuerzo recomiendo "Currywurst". Eso sí, cuidado con el agua. En su versión sensata (sin gas) escasea. Benditas las tiendas que no sólo tienen agua insensata.

De todas formas, no hay de qué quejarse. Creo que va a encantarme este verano.
BSO: Currywurst - Herbert Groenemeyer

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajajaja, a que son muy majos los alemanes?? da gusto... y es verdad lo del agua, en mi desesperación de encontrar muy pocas botellas de agua sin gas, hasta tuve una pesadilla...sólo me acuerdo de que gritaba: AGUA CON GAS NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!
xD y es cierto. Cuídate